Ends, not explanations. Unamuno 8.18
Unamuno
does not accept that God is rational. Reason cannot provide the kind
of particular awareness or personality that strikes him as properly
divine. Providing rational proofs of God just reduces divinity to
impersonal concepts that cannot answer any real divine purpose. God,
for Unamuno, offers ends, not explanations. A peace with our own life and death, perhaps, that has nothing to do with any precise mechanism for fixing them.
El
Dios del racionalismo deísta, en efecto, el Dios de las pruebas
lógicas de su existencia, el ens realissimum
y primer motor inmóvil, no es más que una Razón
suprema, pero en el mismo sentido en que podemos llamar razón de la
caída de los cuerpos a la ley de la gravitación universal, que es
su explicación. Pero dirá alguien que esa que llamamos ley
de la gravitación universal, u otra cualquiera ley o un principio
matemático es una realidad propia e independiente, es un ángel, es
algo que tiene conciencia de sí y de los demás, ¿qué es, persona?
No, no es más que una idea sin realidad fuera de la mente del que la
concibe. Y así ese Dios
Razón, o tiene conciencia de sí o carece de realidad fuera de la
mente de quien lo concibe. Y si tiene conciencia de sí, es ya una
razón personal, y entonces todo el valor de aquellas pruebas se
desvanece, porque las tales pruebas sólo probaban una razón, pero
no una conciencia suprema. Las matemáticas prueban un orden, una
constancia, una razón en la serie de los fenómenos mecánicos, pero
no prueban que esa razón sea consciente de sí. Es una necesidad
lógica, pero la necesidad lógica no prueba la necesidad teleológica
o finalista. Y donde no hay finalidad no hay personalidad tampoco, no
hay conciencia.
El
Dios, pues, racional, es decir el Dios que no es sino Razón del
Universo, se destruye a sí mismo en nuestra mente en cuanto tal
Dios, y sólo renace en nosotros cuando en el corazón lo sentimos
como persona viva, como Conciencia, y no ya sólo como Razón
impersonal y objetiva del Universo. Para explicarnos racionalmente la
construcción de una máquina nos basta conocer la ciencia mecánica
del que la construyó; pero para comprender que la tal máquina
exista, pues que la Naturaleza no las hace y sí los hombres, tenemos
que suponer un ser consciente constructor. Pero esta segunda parte
del razonamiento no es aplicable a Dios, aunque se diga que en Él la
ciencia mecánica y el mecanismo constructores de la máquina son una
sola y misma cosa. Esta identificación no es racionalmente sino una
petición de principio. Y así es como la razón destruye a esa Razón
suprema en cuanto persona.
The
God of deist rationalism, of logical proofs that demonstrate his
existence as realest Being and immobile Prime Mover, is nothing more
than a supreme Reason, but this reason is just like the reason we
invoke when we refer the falling of bodies to the law of universal
gravitation: it is an explanation. Will anyone say that what we call
the law of universal gravitation, or indeed any law or mathematical
principle, is a reality at once necessary and autonomous? That it is
an angel, something conscious of itself as well as others? That it is
a person? No. It is nothing more than an idea, with no substance or
reality outside the mind that conceives it. And so this god Reason
either lacks awareness of itself, or lacks reality outside the mind
that conceives it. If it is self-aware, it is already a personal
reason, and in that case the value of all these proofs vanishes, for
they were only proving a reason, not any supreme consciousness or
awareness. Maths prove order, consistency, the kind of reason that
stands in regular series constituted by mechanical phenomena; they do
not prove that such a reason is aware of itself. The issue of a
rational proof is a logical necessity, but logical necessity does not
prove or provide teleological necessity: it says nothing about
necessary ends. Where there is no end, there is no personality,
either—no conciousness.
The
rational God, the God who is merely the Reason of and for the
Universe, destroys himself in our minds by his very essence, and is
only reborn in us when we feel him in our hearts as a living person,
as Conscience, no longer just the impersonal and objective Reason for
the Universe. To explain rationally the construction of a machine, we
need nothing more than to know the mechanical science of its builder; but to understand that machines exist, that Nature does not make them
but humans do, we must suppose the existence of a conscious creator.
We cannot apply this second line of thought to God, however, though
it is commonly said that in him mechanical science and the
deliberately creative process, the two things that build the machine,
are one and the same. In rational terms, identifying the world's
sciences as evidence for its founding Scientist is begging the
question. Thus reason destroys our supreme Reason, refusing to
justify its personality.