Reason makes a joke of life. Unamuno, Life 5.22

Unamuno continues handling different rational approaches to life. Having dealt with contemporary materialists and Spinoza, he moves on to Nietzsche. What strikes him most is the arbitrary way we set premises for rationalizing (cf. Nietzsche making time eternal, but not space: how so?), and the inadequacy of reason to justify our hunger for life (which he stubbornly sees as irrational).


Y ahí tenemos otro racionalista, éste no ya resignado y triste, como Spinoza, sino rebelde, y fingiéndose hipócritamente alegre cuando era no menos desesperado que el otro; ahí tenéis a Nietzsche, que inventó matemáticamente (!!!) aquel remedo de la inmortalidad del alma que se llama la vuelta eterna, y que es la más formidable tragi-comedia o comi-tragedia. Siendo el número de átomos o primeros elementos irreductibles finito, en el universo eterno tiene que volver alguna vez a darse una combinación como la actual y, por lo tanto, tiene que repetirse un número eterno de veces lo que ahora pasa. Claro está, y así como volveré a vivir la vida que estoy viviendo, la he vivido ya infinitas veces, porque hay una eternidad hacia el pasado, a parte ante, como la habrá en el porvenir, a parte post. Pero se da el triste caso de que yo no me acuerdo de ninguna de mis existencias anteriores, ni es posible que me acuerde de ellas, pues dos cosas absoluta y totalmente idénticas no son sino una sola. En vez de suponer que vivimos en un universo finito, de un número finito de primeros elementos componentes irreductibles, suponed que vivamos en un universo infinito, sin límite en el espacio—la cual infinitud concreta no es menos inconcebible que la eternidad concreta, en el tiempo—, y entonces resultará que este nuestro sistema, el de la vía láctea, se repite infinitas veces en el infinito del espacio, y que estoy yo viviendo infinitas vidas, todas exactamente idénticas. Una broma, como veis, pero no menos cómica, es decir, no menos trágica que la de Nietzsche, la del león que se ríe. ¿Y de qué se ríe el león? Yo creo que de rabia, porque no acaba de consolarle eso de que ha sido ya el mismo león antes y que volverá a serlo.

Pero es que tanto Spinoza como Nietzsche eran, sí, racionalistas, cada uno de ellos a su modo; pero no eran eunucos espirituales; tenían corazón, sentimiento y, sobre todo, hambre, un hambre loca de eternidad, de inmortalidad. El eunuco corporal no siente la necesidad de reproducirse carnalmente, en cuerpo, y el eunuco espiritual tampoco siente el hambre de perpetuarse.


Here we meet another rationalist, not a sad renunciant like Spinoza, but a rebel pretending to be happy though he was just as desperate. I mean Nietzsche, who used math (of all things!) to fabricate the false immortality of the soul that is called the eternal return—a most formidable tragicomedy, or comic tragedy. As the number of atoms or primary elements is spatially finite, the thinking goes, so in our temporally eternal universe a combination of them like the present one must recur sometime, and thus that which occurs now must return eternally in the future. I shall return to live the life which I am living now, a life which I have lived already infinite times, for this eternity extends into the past as well as the future. But sadly I cannot remember any of my anterior existences, nor is it possible that I should ever do so, for two things absolutely and completely the same are really just one. But come now! Instead of supposing that we live in a spatially finite universe, imagine us inhabiting an infinitely extended one, without any limit in space—a miracle whose concrete manifestation is no less inconceivable than eternal time—and then the result will be an endless iteration of our Milky Way, so that I am currently living infinite lives in unbounded space, all of them exactly identical. A joke, as you see, but actually funny, and just as tragic as the one Nietzsche offers—Nietzsche, the laughing lion. What is the lion laughing at, really? I think he laughs with rage, because he cannot find any consolation for the fact that he has already been the lion that he is, and shall return to be again.

A point worth making here: Spinoza and Nietzsche both were rationalists, yes, each after his own fashion. But they were not spiritual eunuchs. They had heart, feeling, and above all, hunger—a wild hunger for eternity, for immortality. The physical eunuch does not feel any compulsion to reproduce himself carnally, in the flesh, and the spiritual one is similarly handicapped: he feels no hunger to endure.