Mortal dread, the foundation of knowledge. Unamuno, Life 2.13

Unamuno identifies anxiety about mortality as the true foundation of all knowledge.



Quedémonos ahora en esta vehemente sospecha de que el ansia de no morir, el hambre de la inmortalidad personal, el conato con que tendemos a persistir indefinidamente en nuestro ser propio y que es, según el trágico judío, nuestra misma esencia, eso es la base afectiva de todo conocer y el íntimo punto de partida personal de toda filosofía humana, fraguada por un hombre y para hombres. Y veremos cómo la solución a ese íntimo problema afectivo, solución que puede ser la renuncia desesperada de solucionarlo, es la que tiñe todo el resto de la filosofía. Hasta debajo del llamado problema del conocimiento no hay sino el afecto ese humano, como debajo de la inquisición del por qué de la causa no hay sino la rebusca del para qué, de la finalidad. Todo lo demás es o engañarse o querer engañar a los demás. Y querer engañar a los demás para engañarse a sí mismo.


Y ese punto de partida personal y afectivo de toda filosofía y de toda religión es el sentimiento trágico de la vida. Vamos a verlo.



Let us end with the strong suspicion that our anxiety about avoiding death—our hunger for personal immortality, the attempt to persist indefinitely in that state of being that the tragic Jew calls our essence—is the affective foundation of all knowledge, the point of departure for all philosophy as forged by one person for others. We shall see how the solution to this intimate affective problem, a quest which can manifest as desperate renunciation of any hope for actual solution, is something that imbues all the rest of philosophy. To the point that underneath the so-called problem of knowledge lies nothing apart from this human affect, just as the quest for purpose or finality (to what end?) underlies our search for causes (why?). Everything else is deceit: either we deceive ourselves, or we wish to deceive others. And wishing to deceive them is just a roundabout way of wanting to deceive ourselves.


This personal, affective point of origin for all philosophy and religion is a tragic sentiment of life: it is life in the tragic sense. Time to examine it.